viernes, 9 de diciembre de 2011

La visita de la Frenchi

Y al fin, mi querida Frenchi llegó. Todo estaba preparado en mi cabeza... yo estaría puntual en el aeropuerto y cuando apareciera con su maleta gritaríamos y montaríamos un número à l'espagnole, con mucho ruido.
PERO NO.
Tú a Londres y yo a California, o lo que es lo mismo, cada una en una terminal. Lo más bonito de todo es que EN MI LÍNEA, salí de casa sin móvil, así que empecé a sufrir lo que era vivir sin tecnologías. Llamar a tu madre en España desde una cabina, pedirle el número, que no lo tenga, pedirle que [se te acaba el dinero y se corta] vuelves a llamar, pedirle que llame a alguna amiga tuya y le pida el número... y todo sin resultado. Mientras tanto me contó la Frenchi que en la terminal 3 estuvieron llamando a Clagá Gutieggguess por megafonía. Y así, con lágrimas en los ojos, cada una se cogió el RER sola en Charles de Gaulle con dirección París.

Han sido unos días muy bonitos con Carmen, llenos de comida rica y tristesa divertida. Vino Carmen y me acordé de lo bonito que era vivir en París :-)

Y como a la Frenchi y a mí nos gusta más el sensiblereo que a un tonto un lápiz nos fuimos al concierto de Moriarty en la Cigale. ¿He dicho que fueron unos días muy bonitos? ¡Ay, mi querida Cottonflower, cómo te echo de menos!


AAAAAYYY que la Frenchi se ha ido, dejándome sin Pepitos Choco Pepites en la despensaaaaaaa, aaaay que pena mora :-(

viernes, 18 de noviembre de 2011

Au hasard I

La gente me dice que actualice este blog. Que no cuento nada de París. Que luego cuando quiera acordarme y sea vieja no tendré este recuerdo aquí publicado y no podré mirarlo, como miro a veces el fotolog y me acuerdo de cuando tenía quince años. Y eso que ni siquiera soy vieja. Cuando sea vieja no me acordaré de esta dirección y a lo mejor ni existe internet... y todas las páginas se codificarán extrañamente y tendremos que ir a revelar páginas web al vips (porque se extinguirá internet pero el vips nunca jamás).
Pero bueno, a petición de esa gente que me lee (¡hola mamá!) contaré algunas cosas de París.

París es una ciudad de Francia situada bastante al norte pero no tanto como Amiens (cosas que aprendí estudiando gótico, gracias a Aguirre o La Cólera de Dios) lo que quiere decir que hace mucho fgío. Pero que mucho mucho fgío. Y como somos estudiantes, nos da miedo poner la calefacción por si la factura sube a precios astronómicos con lo cual vivimos en congelación bebiendo té todo el rato. Y esto, en realidad, es bastante horrible porque cuando te despiertas en tu cama con el edredón de ikea (nivel 5) porque te haces pis (perdón, te orinas) y tienes que atravesar la era glacial del pleistoceno para ir a la toilette que se encuentra fuera de tu casa, te dan ganas de llorar. Un día me desperté a las 3 de la mañana en esta situación y me volví a dormir hasta las cinco sólo por no enfrentarme a esta hazaña digna de El último superviviente. Pero bueno, el fgío es muy bueno para que no salgan arrugas.

No sé por qué he contado esto como dato más importante de la vida en París. Han ocurrido cosas más trascendentales como que he aprendido a cocinar. O por lo menos a sobrevivir con la comida que yo cocino,  lo cual es de vital importancia porque si no me habría muerto de inanición y no lo he hecho. ¡He aprendido a hacer lentejas! (las personas que sepan hacer lentejas sabrán que no tiene ningún merito, pero cuando yo hice mis primeras lentejas me quedé alucinada de que supieran a lentejas, en fait, y las personas que nunca han hecho lentejas se quedan muy sorprendidas ante este hecho).

Pasan cosas muy bizarras en París. En la cremaillere que hicimos en casa mi amiga Clara se rompió la nariz y tengo un brócoli de peluche. Es una gran historia la del brócoli, pero como siempre, las grandes historias son difíciles de contar y no importa mucho que no cuente esas en este blog, porque para las grandes historias tengo buena memoria. Como cuando llegamos y nos dedicábamos a ir por las cintas del metro acosando a la gente o la imitación de la avestruz que ataca a la niña (http://www.youtube.com/watch?v=Lj9OaF2vqQA&feature=player_embedded) de hoy tomando una cerveza en una happy hour (api auer). Para esas cosas no me hará falta irme al vips a revelar este blog.

París me encanta.

Muchos besos, me voy volando tirurí
(visitad mi otro blog, el serio, que es mejor)

PD: En París hay polis en biciiiiiiiiiiiiiii jajajajajjajajajajajajajajajajajajajajjajajajajaja

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sabes que estás de Erasmus cuando...

piensas en robar la ropa bonita (y fea) de la gente en la lavandería.

Sabes que estás de Erasmus cuando...

no entiendes por qué la gente compra azúcar en sus casas cuando hay barra libre de azucarillos en el comedor de la universidad.

Petit resumen

Breve entrada desde el piso comando. Porque efectivamente, ya vivimos en el piso.
De momento no ha estallado nada. De momento no se ha incendiado nada. De momento no ha habido una inundación.
Hay algo de comida en la nevera.
Cuelgan bragas recién salidas de la lavadora (al estilo mercadillo) por todos los sitios colgables.
Echo de menos el cesto ese que había en mi casa dónde echaba la ropa y aparecía en la mesa de mi habitación días después; limpia, seca y planchada. Me pregunto por qué no me lo traje a París.
La universidad en Francia es extraña. Es larga. La gente es fashion y divina y el menú del comedor es un manjar de los dioses. Los franceses estudian mucho. Hoy comí ensalada y tarta de queso. Hace frío. Mañana iremos a Ikea a aprovisionarnos de edredones para el duro invierno y compraremos cosas bonitas (in)necesarias.

Seguiremos informando. Desde París, para Diario de Golondrina, informó Clara Gutiérrez.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Memorias de los sinpiso

Mientras nos comemos un crêpe de nutella, o un kebab, o un cubo de pollo en el Kentucky (la alimentación parisina), Clarilla y yo pensamos en que algún día nos reiremos de todo esto. Queridos amigos que queráis un piso en París... no lo queráis. En serio. No lo queráis. Hay muchos motivos por los que no querer un piso en París: agencias, honorarios, PAP, Cautions bancaires, recibos de todo lo que hayáis hecho en vuestra vida, états de lieu, avales franceses inexistentes, dossieres con fotos de vuestro primer cumpleaños, alquileres astronómicos, llamadas, visitas, estafas... todo vale en la ciudad de la luz para conseguir la llave - ¡oh, la llave! ¿existirá realmente la llave? - conseguir un piso en París es como pasarse el Super Mario Bross con sólo una vida.

Así que, aquí estoy, acogida en casa de Javi. Comiendo crêpes, kebabs y kentucky. El otro día incluso me comí una ensalada en el Mc Donalds. Y lo peor de todo es que he aprovechado este buen momento de mi vida, sin apenas estrés y con tiempo libre de sobra, para engancharme a Lost, así que mientras lleno papeles de cosas y voy de un sitio a otro sólo deseo tumbarme en la cama y ver capítulos infinitos...

La parte buena de todo esto, es que entre paseo y paseo, me pierdo por París y descubro algunas calles bonitas con gente feliz bebiendo pintas en las terrazas y pienso que algún día yo seré de esa gente conpiso.
Belle rêve.

He de irme a ver Lost. Es de vital importancia. No hagamos esta despedida más trágica. Retransmitiendo desde Mairie de Clichy, bissous pour tous y más para mi frenchi que mañana tiene un examen importantísimo que va a bordar.
Os quiero mucho a todos, blablabla, lagrimita y pañuelito blanco.

Clarasinpiso.

sábado, 27 de agosto de 2011

0

J’ai bel et bien la certitude de vivre avec Hirondelle. Un bizarre concours de circonstances a voulu que je la rencontre après l’avoir assassinée. Normalement, les choses ne se déroulent pas dans cet ordre-là .
 C’est une histoire d’amour dont les épisodes ont été mélangés par un fou.
Avec Hirondelle, l’histoire avait mal commencé, mais elle se termine au mieux puisqu’elle ne finit pas. Je meurs de l’avoir mangée, elle me tue dans mon ventre, en douceur, d’un mal aussi efficace que discret. Je trépasse main dans sa main puisque j’écris : l’écriture est le lieu où je suis tombé amoureux d’elle. Ce texte s’arrêtera au moment exact de ma mort. 


Amélie Nothomb, Journal d'Hirondelle.